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1000 Obras de la Humanidad- Opus Opera Himmelflug

SONNENADLER

ETANA/GILGAMESH

OPUS OPERA

HIMMELFLUG




     El tiempo nos da recompensas en acumular sabiduría. La eterna dicha de tener  arte como  tal, crea esa sensación de libertad ante lo desconocido

     Para conocer la historia de Etana, rey de Kish, hay que recurrir a fuentes ajenas a las listas reales sumerias. Hasta el momento se han encontrado varias versiones de este mito a traés de distintas tablillas encontradas en Susa y Tell Harmal, Assur, y Nínive.

     La narración como tal de la vida de Etana se atribuye a Lu-Nanna, un personaje que se pierde , como el mismo rey, en la mitología y simbología sumeria. Lu-Nanna era un Apkallu o Abgal, que se traduce como  gran hombre pez o barquero. Los Apkallu eran, según las tradiciones, espíritus sabios creados por el dios Ea en persona, que actuaban como asesores de los grandes reyes desde los tiempos anteriores al diluvio. El primero de ellos fur Oannes y el último, posiblemente, Lu-nanna. Después de que el último Apkallu redactara la historia del mítico rey de Kish, el relato se difundió ampliamente por casi toda Mesopotamia.

     El reinado de Etana sobre los siglos XXIX o XXVII a. C., y se menciona que su reinado duró más de 1500 años. Etana habría sido uno de los reyes del período protodinástico II. Su reinado es descrito así : Después de que el diluvio hubiera terminado, y la realeza hubiera descendido del cielo, la realeza pasó a Kish. De Etana como rey se describe: Etana de Kish, quien ascendió al cielo y consolidó todos los reinos extranjeros. 

     La serpiente y el águila viven en un árbol, crecido en el santuario de Adad: el águila en las ramas y la serpiente entre las raíces. Dado que son dos animales tradicionalmente enemistados, proponen un pacto de amistad ante Shamash, el dios del Sol. Durante un tiempo, ambas conviven sin problemas. Sin Embargo, un día el águila decide devorar a las crías de la serpiente. Cuando la serpiente descubre la muerte de sus crías, exige venganza por el sacrilegio.

     El dios Shamash escucha la súplica de la serpiente y le cuenta qué hacer para obtener venganza. Le dice que ha dejado un toro salvaje en el prado: „Abre su interior, rasga su panza, planta tu morada en su vientre. Toda clase de pájaros del cielo descenderán a comer su carne. El águila bajará. Él no advertirá su desdicha, buscará ansiosamente la parte blanda de la carne. Cuando penetre en el interior, atrápala tú, corta sus alas, sus garras, desplúmala y arrójala a una insondable fosa para que muera

     Todo sucede como anunció Shamash. 

     El águila, al verse ante una muerte tan terrible, suplica s Shamash, quien le recrimina el sacrilegio cometido. Sin embargo, aunque el dios se niega a acercarse a ella, le vaticina que le enviará a un hombre, y que sera él quien le preste ayuda.

    Simbólicamente, la enemistad entre el águila y la serpiente representa la lucha entre dos fuerzas opuestas: la materia y el espíritu; lo terrestre y lo celeste. No es raro encontrar imágenes en las que se muestra al águila dominando o devorando a la serpiente. Así, aunque ambos animales disponen de una simbología propia, juntos representan el necesario domino del espíritu uno sobre la multiplicidad de la materia; un dominio imposible de conseguir sin lucha y sin el sacrificio de uno mismo.

     Etana, rey de Kish, suplica a Shamash ayuda con un problema no menos grave que el del águila: no conseguía tener descendencia. Etana reza para que el dios del Sol le muestre dónde encontrar la planta de los nacimientos.

     Shamash tampoco interviene directamente, le dice al rey que encuentre un águila en un foso, y que ella será quien lo conduzca hasta la planta. Etana se lanza a recorrer los caminos hasta que encuentra el águila a punto de morir.

     El rey cuida de ella hasta que ésta se recupera. Así, en el octavo mes, el águila logra salir de su castigo y ofrece a Etana ayudarle. El rey solo quiere una cosa: la planta de los nacimientos, así que el águila sube al rey sobre su lomo a los cielos, en busca de Ishtar, la señora del amor, la vida. Después de una serie de vicisitudes, el águila interpreta que Etana debe  ir hasta el cielo del dios Anu. De nuevo, montado llegan a las puertas de los dioses Anu, Enlil, Sin, Shamash, Adad e Ishtar abren las puertas y pasan.

     El resto queda en el olvido ya que el final no existe. No se sabe si el mito resuelve el problema de Etana, aunque hay que presumir que sí, ya que la lista real sumeria afirma que Etana fue sucedido en el trono por Balih, su hijo.




   Nely L. Friederich

29.09.24

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